Entre otros, Fuente El Saz del Jarama, ha tenido relación con los habitantes de Cantalejo (Segovia) quienes durante los meses fríos fabricaban tríllos, cribas y otros utensilios de labranza y, en los meses calidos distribuían junto con el ganado mular por diferentes puntos de España, todos ellos eran imprescindibles para los agricultores de nuestra localidad. Los cantalejanos se caracterizaban por tener un lenguaje propio denominado “Gaceria”. Este comercio se mantuvo hasta los años 60 del siglo XX, en el la maquinaria agrícola relego a piezas de museo los utensilios citados. En actualidad Cantalejo, que dista de nuestro pueblo 116,7 Km. (Hora y cuarto en coche) cogiendo la N-I dirección Burgos hasta la salida de la carretera comarcal C-112, esta carretera nos conducirá a la citada localidad, es el núcleo más importante de su zona en la que destacan por su belleza:
Los pinares, las lagunas y el parque natural de las Hoces del río Duraton
Dada sus características edafologicas Cantalejo fue siempre tierra de bosques, en la actualedad en los arenales de Cantalejo (tierra de pinares) se pueden contemplar grandes extensiones de pinares con pinos resineros (pinus pinaster).
Las lagunas de Cantalejo son singulares ya que constituyen los únicos humedales enclavados en sistemas dunares que existen en España, a excepción de los de Doñana, distinguiendose de ellos en que las lagunas de Cantalejo estan enclavadas en un arenal de tipo continental y las de doñana estan enclavadas en arenales de origen litoral.
Las Hoces del río Duraton se formaron por la erosión fluvial y el plegamiento de materiales calizos de la era secundaria originando a lo largo de 140 millones de años caprichosas revueltas en los 25 kilómetros de río que van desde Sepúlveda hasta el embalse de Bugomillodo, declarado parque natural desde 1989. Los monumentos románicos se alternan desde la misma aldea de Duraton, con su magnifica iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, hasta el convento de la Hoz, en el enebral de Fuenterebollo, o en la cueva de los Siete Altares (el primer templo cristiano de la provincia de Segovia), todos en las márgenes del río. Pero si hay un lugar que concentra la rotundidad de las Hoces es la ermita de San Frutos Pajarero, junto a Villaseca. La ermita de San Frutos, ocupada por los monjes benedictinos desde el siglo XI hasta el XIX, fue construida casi literalmente sobre la caída caliza de la hoz, abre sus vistas al caudal mas ancho del río. Ella misma es tan irreal como el lugar en que se ve enclavada. No es pesada ni apremiante, no trata de someter al paisaje ni de plegarse a el; espera, es pura pasividad observadora y silenciosa. Tiene, como la mayoría de las iglesias y ermitas románicas, ese aire retardado de los accidentes, que solo se hacen verdaderos al ser recordados. A sus espaldas se conserva todavía el cementerio tardomedieval del convento con sus tumbas antropomórficas, y una rústica escalera tallada en piedra que servia a los monjes para bajar al rió. Desde allí es fácil observar la importante cantidad de grutas en las que transcurrían las vidas de los eremitas que decidían vivir en el cauce y que durante siglos dependieron de la caridad de los monjes.
Es exactamente en ese lugar donde se sitúa una de las comunidades más numerosas de buitres leonados de toda la Península. Casualidad o no, los buitres parecen parte integrante del paisaje, extensión misma del paisaje, hecha pájaro. Nunca como en las hoces del Duraton se adquiere conciencia de la majestuosidad de estas aves que llegan a medir hasta dos metros y medio de envergadura.
Siguiendo el curso del río nos encontramos con las ruinas del convento Franciscano de Nuestra Señora de los Ángeles de la Hoz fundado en el año 1.231 y abandonado a partir de la desamortización de Mendizabal.